8 de junio de 2011

UN TRIUNFO QUE NO LO TOMBA

VELEZ 2-0 GODOY CRUZ

Vélez debía ganar para dejar atrás la dura eliminación copera, y lo hizo.

Salio a la cancha a pocos días de vivir la mayor frustración de la era Gareca, por que se habían hecho todas las ilusiones con la Copa y campeonato, con esa doble corona que todavía ningún equipo argentino pudo lograr, estuvo cerca, de hecho empato la serie, pero por la ventaja del gol visitante y por la mala suerte de Silva, se quedo sin el doble objetivo.

El equipo salio a la cancha, sabiendo que no podía dejar mas puntos en el camino, por que tiene a un gran equipo como lo es Lanus que esta esperando a tan solo un punto. Recibido con mucho apoyo de la gente velezana y con un U-RU-GUA-YO que bajaba de la tribuna dándole fuerzas al que justamente, había errado el penal que los dejo sin la doble corona.

Godoy Cruz quería ser el verdugo de Vélez, y también quería bajarlo para prenderse en los primeros puestos. Casi lo logra, por que el conjunto mendocino jugo mucho mejor que el de la capital, pero se toparon con un gran arquero como lo es Marcelo Barovero, que les ahogo el grito en dos oportunidades.

Lanus, al mismo horario, ganaba en avellaneda ante Independiente, y la gente se empezaba a desesperar, por que mediaba la segunda mitad y Vélez no lograba dar dos pases seguidos. Hasta que apareció la genialidad de Juan Manuel Martínez, engancho de izquierda a derecha y la coloco en el segundo palo, un gol para recordar, no solo por lo lindo que fue, sino por que fue importantísimo, por que además de los tres puntos significaba dejar casi sin chances a que Godoy Cruz se prendiera.

Vélez levanto el juego y sobre el tiempo de descuento, el mago, David Ramírez, pego una bolea de zurda que se estrello en el travesaño, pico adentro y salio, como el que le anularon a Villar en cancha de Banfield, igual, solo que esta vez, el árbitro lo cobro.

Los de Gareca obtuvieron una victoria importantísima, para dejar atrás lo sucedido en la Copa y mirar hacia delante, esta puntero, a solo dos fechas del final…


Por Leo Romagnoli